CSS (Cascading Style Sheets) es una tecnología fundamental en el diseño web, introducida para mejorar la estructura y presentación visual de los sitios web. La historia de CSS comienza a mediados de los años 90, cuando el diseño web estaba en sus primeros pasos y las páginas web se basaban casi exclusivamente en HTML. HTML permitía estructurar el contenido, pero no ofrecía muchas opciones para personalizar el aspecto visual, como colores, fuentes o diseño. Los desarrolladores tenían que usar tablas y otros elementos poco eficientes para intentar controlar el diseño de las páginas, lo cual dificultaba la creación de sitios atractivos y de fácil mantenimiento.
En 1994, Håkon Wium Lie, un ingeniero del CERN que más tarde trabajaría en la empresa Opera Software, propuso la idea de CSS como un lenguaje que se dedicaría exclusivamente a la presentación visual del contenido HTML. En su visión, CSS permitiría a los desarrolladores separar el contenido (estructurado en HTML) del estilo visual, lo que simplificaría el proceso de diseño y permitiría cambios más rápidos y fáciles. Un año después, Bert Bos se unió al proyecto, y juntos presentaron el primer borrador de CSS al W3C (World Wide Web Consortium), el organismo encargado de estandarizar las tecnologías de la web.
En 1996, el W3C aprobó la primera versión de CSS, conocida como CSS1. Este estándar introdujo conceptos clave como los márgenes, bordes, espaciados y colores, y permitió por primera vez establecer un diseño básico de las páginas web de forma coherente. Sin embargo, el soporte para CSS en los navegadores era aún limitado y bastante inconsistente, lo que complicaba su adopción. A pesar de ello, CSS empezó a ganar popularidad, y las versiones posteriores de los navegadores comenzaron a mejorar su compatibilidad con el nuevo estándar.
Con el lanzamiento de CSS2 en 1998, se introdujeron funcionalidades más avanzadas, como la posibilidad de usar fuentes específicas, capas de elementos y control sobre el diseño para medios distintos (impresión, pantalla, etc.). CSS2 también mejoró el posicionamiento de elementos, lo que permitió una mayor flexibilidad en la creación de diseños complejos. Aunque CSS2 representó un avance significativo, también surgieron nuevos desafíos, especialmente en cuanto a compatibilidad entre navegadores, ya que cada uno implementaba las especificaciones de forma ligeramente diferente.
A lo largo de los años 2000, CSS siguió evolucionando con la llegada de CSS3, que se dividió en módulos para facilitar la implementación gradual de sus características en los navegadores. CSS3 introdujo muchas de las herramientas visuales que hoy son fundamentales, como las transiciones, animaciones, sombras y gradientes, que permitieron a los diseñadores crear interfaces modernas y dinámicas sin depender de imágenes externas o JavaScript. Con el tiempo, CSS se ha consolidado como una tecnología esencial en el desarrollo web, permitiendo crear sitios estéticamente atractivos y altamente interactivos.